En
branding, el nombre de una marca es el elemento principal de la misma:
contribuye a posicionar la marca, transmitir su filosofía y ADN, así como su
personalidad e identidad visual y gráfica. Es, probablemente, el elemento de mayor
recuerdo y conexión con el consumidor, ya sea a través de la descripción de sus
productos y servicios, o por medio de la creación de una
determinada asociación y percepción en la mente de las audiencias objetivo. Obviamente esto no implica que toda marca de éxito disponga de
un nombre único, relevante o diferenciador (sólo hay que pensar en la marca
Mango); pero sí se configura como un activo clave que contribuye en gran medida
a crear una personalidad única de marca.
La
moda es quizás una de las industrias donde la práctica del naming ha cobrado
mayor protagonismo, gracias al importante papel que desempeña dentro de la
búsqueda de la diferenciación en un entorno cada vez más globalizado, caracterizado
por la multitud de players existentes. Por ello, la elección de un buen nombre
puede ayudar a la marca a dar información útil sobre ella. Por ejemplo: en el caso de Pretty Ballerinas, el nombre de la marca lo que hace es describir el producto comercializado.
Por último, una práctica inherente a la industria de la moda es utilizar como marca el propio nombre y/o apellidos del autor. Este hecho sigue el ejemplo de las grandes marcas de lujo cuyo principal activo de marca nacía en la propia autoría de las prendas, como símbolo de calidad, exclusividad y status (Ej: Manolo Blahnik) si bien ahora es utilizado por un elevado número de compañías, independientemente de la calidad e imagen asociada a sus productos.
Recuerda: Que el nombre diga algo, y que siempre sea positivo.
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